«Cabeza fría y corazón caliente»

7 nov 2022

Nació en Buenos Aires el 4 de julio de 1926, en el barrio de La Boca. Su padre había sido jugador del Club Atlético River Plate desde 1910 hasta 1912, cuando una lesión de la rodilla lo obligó a dejar el fútbol. En 1933, Alfredo Estéfano di Stéfano Laulhé comenzó él mismo a jugar en su primer equipo, llamado «Once y Venceremos», y se ganó el apodo de Minellita porque se parecía a Minella, medio centro del River Plate. En 1937, su familia se mudó del barrio de La Boca al barrio de Flores, donde formó parte de un nuevo equipo, el Imán.

En 1940, «cuando vino la época de la política [en Argentina] —cuenta di Stéfano mismo seis décadas después en su autobiografía titulada Gracias, vieja: Las memorias del mayor mito del fútbol— nos fuimos a vivir a Los Cardales.... Para nosotros el futuro estaba en el campo con [mi viejo]. Mantuvimos la casa de Flores aunque casi siempre estábamos allá [en Los Cardales]. Yo hacía de todo —recuerda Di Stéfano—: de jardinero, de frutero, de papero, de lechero. La de Los Cardales era una finca muy bonita y estaba muy cerca, a 65 kilómetros de Buenos Aires.... Tenía de todo: pavos reales, gallinas de Guinea, conejos, palomas mensajeras, palomas cazarines, palomas volterinas.... Yo vivía feliz trabajando en el campo y jugando al fútbol en Los Cardales, en un equipo interprovincial de ahí de la zona norte, y jugaba bien, pero no soñaba con nada.

»Una vez mi madre estaba en Buenos Aires, porque había que hacer una reparación de electricidad en la casa de Flores, y se tropezó con un amigo de mi padre.... Habían jugado juntos en el River... en el año [1920]. Mi madre le comentó que yo jugaba bien al fútbol. Él mantenía relación con la gente del River, y a los pocos días me mandaron un telegrama para una prueba.

»Fui, probé y me quedé.»1

De ahí que, en una entrevista que concedió en 2008, Di Stéfano resumiera su vida futbolística con estas palabras: «¡Yo jugué al fútbol de casualidad! Porque de casualidad ¡mi vieja habló con un electricista!»2

Irónicamente, seis años después, habiendo acabado de celebrar su cumpleaños 88 con su familia en Madrid, aquel mito del fútbol falleció en la capital española tras sufrir una parada cardiorrespiratoria, habiendo hecho acelerar el ritmo cardíaco de un sinnúmero de fanáticos en Argentina, España y el mundo entero innumerables veces al ver el ritmo y la fluidez con que él era capaz de jugar y hacer circular el balón.3

Una de las claves del éxito de la carrera profesional de Alfredo di Stéfano es que él amaba el fútbol y jugaba con «cabeza fría y corazón caliente». Esa máxima, que convirtió él en el noveno mandamiento de su decálogo futbolístico, nos conviene aplicarla a nuestra carrera espiritual.4 Pero no la emprendamos por casualidad, sino más bien tomemos nosotros mismos la iniciativa de cumplir el mandamiento que Jesucristo consideró el más importante de todos. Amemos al Señor nuestro Dios con toda nuestra mente y con todo nuestro corazón,5 es decir, con «cabeza fría y corazón caliente».


1 Alfredo di Stéfano (con la colaboración de Enrique Ortego y Alfredo Relaño), Gracias, vieja: Las memorias del mayor mito del fútbol (Madrid: Grupo Santillana de Ediciones, 2000), pp. 47-49,391.
2 Diego Torres, «Yo jugué al fútbol de casualidad», Diario El País, 16 febrero 2008 <https://elpais.com/diario/2008/02/17/deportes/1203202813_850215.html> En línea 9 julio 2022.
3 Ian Hawkey, Alfredo di Stéfano: La historia completa, trad. Enrique Alda (Barcelona: Editorial Córner, Roca Editorial de Libros, 2017), p. 360.
4 Luis Miguel González, «Un año sin Di Stéfano: recuerdo de sus geniales y lapidarias frases», Diario El Confidencial, 7 julio 2015 <https://www.elconfidencial.com/deportes/futbol/ 2015-07-07/di-stefano-bernabeu-real-madrid_915527> En línea 9 julio 2022.
5 Mt 22:34-38
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